viernes, 11 de julio de 2014

Adivina adivinanza...

Hoy he estado en casa de mi madre (últimamente paso allí mucho tiempo porque así me ayuda con el cuidado de la peque) y curioseando entre sus (mis) cosas he encontrado un montón de cartas adivinatorias: las del Tarot, la de los Ángeles, las de I Ching... Me las he traído a casa, no sé para qué (¿más acumulación de objetos innecesarios? Puede ser) y me he puesto un poco a investigar. Sobre todo me ha llamado la atención el I Ching porque hace poco oí hablar de él y de forma muy positiva. Así que me ha dado unas ganas enormes de comprarme el libro para su interpretación. Pues va a ser que no me lo compro ¡30 eurazos! Soy una amante de la lectura y de los libros en todos sus aspectos (me pone comprarlos y almacenarlos y olerlos y toquetearlos) pero los precios de los libros me parecen desorbitados y una vergüenza. El acceso a la cultura es cada vez más complicado y parece que si no tienes dinero no puedes o quieres ser culto. Diréis que puedo descargarlo y ya está, pero es que aún no me termina de convencer el formato digital. Si no queda más remedio pues me lo descargo en el ebook pero sigo apreciando el libro en papel, podéis llamarme anticuada.
      Después de este alegato al formato papel y a la cultura para todos (¡Escuela pública para todos! ¡Cultura a precios más económicos!... Imaginadme con unas pancartas sacudiéndolas por la ventana), os cuento la razón de esta entrada y lo que ha significado este puñado de barajas (preciosas, todo hay que decirlo): siempre he sido igual. Sí, siempre he estado medio perdida y he querido que alguien o algo me diera respuestas. No es que ahora al estar parada sufra una crisis existencial que me haga replantearme la vida, es que llevo toda mi vida haciéndolo. ¡Soy una lastimera! ¡Una victimista! Madre mía, con lo poco que me gusta esa gente, siempre autocompadeciéndose y lloriqueando por las esquinas. Así que tengo que cambiar el chip como sea y dejar de buscar algo o alguien que me indique el camino. Tengo que buscarlo por mi misma y ser valiente para llegar hasta el final y ya veremos si ese final es bueno, malo o regular.
      Conclusión: las respuestas están en mí y voy a intentar encontrarlas (aunque si alguien me regalo el libro I Ching: el libro de las mutaciones sería un detalle muy bonito. Bueno, una ayudita nunca viene mal)
      No olvidar: sacar las cartas de Tarot a mi pareja y leerle con voz solemne: la carta de los enamorados indica que los dos tenéis que ir a un sitio soleado y con mar, y olvidaros del mundo.

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